[El Universal]
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis.- El viernes 10 de mayo los habitantes de Nueva Morelia, localidad del municipio de Chicomuselo, Chiapas, aguardaban el inicio de la celebración del Día de las Madres, cuando oyeron el trajín de camionetas todo terreno. Eran, de acuerdo con testimonios de lugareños, miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y su brazo armado, conocido como Maíz, hombres con acento guatemalteco, que tomaron el pueblo.
Ejecutaron a 11 mujeres y hombres, entre ellos la estudiante de bachillerato Yohari Belén Solís Arreola, de 18 años.
Entre la confusión, la mayoría de los mil habitantes de Nueva Morelia huyeron a la Sierra para buscar refugio en comunidades vecinas. Los que se quedaron en su casa, los entraron a matar. Les dieron el tiro de gracia, denunciaron habitantes que pidieron el anonimato.
Conforme avanzaba ese 10 de mayo el pueblo, ubicado a menos de cinco kilómetros de San Ramón, del ejido Grecia —donde en 2006 la empresa canadiense Blackfire empezó a explotar una mina de barita—, el pueblo parecía arder en llamas.
Horas después de la llegada del CJNG irrumpieron integrantes del Cártel de Sinaloa, con los que chocaron durante 5 días.
Camiones con blindaje artesanal, conocido como carros monstruos, eran utilizados por el CJNG para patrullar las calles del pueblo en busca de sus adversarios.
Las casas estaban desoladas, pero los sicarios ingresaban a ellas para incendiarlas y luego ejecutar a las personas que encontraban.
La noche de ese 10 de mayo, algunos de los pobladores registraron a lo lejos, con su teléfono, la refriega armada.
Algunos de los campesinos denunciaron en mensajes de WhatsApp que ese día hombres con uniformes militares y con vehículos Hummer los presionaron para dejar sus hogares