
Arzobispo bonaerense presidió una misa
(EFE)

Buenos Aires.- En paralelo con el multitudinario funeral en el Vaticano, el papa Francisco fue despedido este sábado por miles de argentinos en su Buenos Aires natal, que vivió una jornada cargada de emoción y marcada por vigilias, misas y hasta una procesión por algunos de los lugares que marcaron el camino de Jorge Bergoglio en su tierra.
El acto central de la jornada comenzó a las 10:00 horas y consistió de una misa exequial por el eterno descanso del pontífice.
La misa estuvo encabezada por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, y tuvo lugar a los pies de la Catedral, donde se concentraron varios miles de fieles y destacadas figuras de la política local.
Ante un enorme despliegue de las fuerzas de seguridad, con numerosos cortes de calles en el centro porteño, el arzobispo pronunció una sentida homilía en la que destacó que “el testimonio de Francisco fue un faro que iluminaba la oscuridad, una voz profética que resonaba ante tanto silencio cómplice”.
“Seamos la Iglesia que siempre nos propuso Francisco, una Iglesia inquieta, que se moviliza, que no se queda arrinconada, seamos cristianos en camino, que no viven su fe encerrados en cuatro paredes”, agregó, en alusión al legado del papa.
Una vez concluida la misa, que acabó con la entonación del himno nacional argentino, los asistentes comenzaron una procesión que pasó por algunos de los lugares más emblemáticos de la vida y obra de Francisco en Buenos Aires.
Con enormes banderas y carteles con frases e imágenes del pontífice, miles marcharon desde la Catedral hacia sitios como la Plaza Constitución, donde Bergoglio celebró múltiples misas por los migrantes y desde donde denunció la trata de personas y la esclavitud sexual.
La procesión, convocada bajo el título ‘Pacto de amor a Francisco: recorrido por los lugares del dolor’, contó también con la presencia de organizaciones barriales, políticas y sindicales y fijó como última parada la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la Villa 21-24, donde Francisco impulsó el movimiento de los curas villeros.