
(EFE)
Reynosa.- Con las manos dentro de los bolsillos de la chaqueta y las mejillas rojas del frío, Aleksandr se unió a la fila para recibir su almuerzo. En el albergue, nadie habla ruso -su idioma nativo- y él tampoco maneja el inglés, que varios de sus compañeros intentan aprender mientras esperan a que llegue su momento de pasar hacia Estados Unidos.
Hace más de un mes que está en la ciudad fronteriza de Reynosa, después de una travesía que lo llevó por Cuba y Cancún. No tiene boleto de vuelta a Moscú, su ciudad natal, y si no consigue una cita para presentarse a las autoridades estadounidenses antes de que Donald Trump tome posesión irá “directo a través de la frontera con Texas”, cuenta a EFE el hombre de 46 años.
El lenguaje antiinmigración del presidente electo, que asumirá el poder, ha llegado a los oídos de los migrantes que aspiran a empezar una nueva vida en EU y su inminente llegada a la Casa Blanca los ha llevado a reflexionar sobre qué pasará con sus planes.
Trump ha prometido acabar con CBP One, una aplicación móvil que los migrantes pueden usar para solicitar una cita, presentarse a las autoridades en EE.UU. y entrar al país con un permiso temporal.
A medida que pasan los días y se cierra la ventana de oportunidad para recibir la luz verde en la aplicación, Aleksandr dice sentir cada vez más que arriesgarse a cruzar sin autorización es “la única opción”.
En el mismo albergue donde Aleksandr espera, Carlos Zúñiga ha vivido con sus dos hijos casi un año y medio. Se fue de Honduras huyendo de “la delincuencia y el crimen organizado” y todavía guarda la esperanza de que, de una manera u otra, va a poder ingresar legalmente a EE.UU.