[El Universal]
CIUDAD JUÁREZ, Chih.- Un grupo de migrantes denunció la mañana del jueves que fueron retirados por elementos de la Guardia Nacional mexicana del bordo del río Bravo, del lado mexicano, donde acampan de manera irregular desde hace días, en espera de que la puerta 36 del muro fronterizo sea abierta y poder solicitar asilo político a las autoridades de Estados Unidos.
Durante la mañana se pudo observar a cientos de personas que caminaban sobre el bulevar Juan Pablo II, después de que fueron retirados por la Guardia Nacional.
Hombres y mujeres deambulaban por un parque y una gasolinera cercana al bordo del río y de la puerta 36 del muro fronterizo, cargando sus pertenecías. Esperaban una oportunidad para regresar al río y volver a acampar. Otros tantos buscaban un albergue para pasar unos días, en tanto resuelven qué hacer.
De acuerdo con lo que relataron a la prensa, fueron los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos quienes solicitaron la intervención de la Guardia Nacional en México, debido a que en los últimos días se habían incrementado los altercados entre los solados de la Guardia Nacional de Texas y algunos migrantes.
Denuncian malos tratos
Un grupo de migrantes de Honduras dijo que tenían dos días viviendo en el bordo del río, y en ese tiempo recibieron constantes ataques de balas de goma y gas pimienta por parte de los soldados estadounidenses, pese a que no buscaban cruzar de forma ilegal ni los provocaron.
Uno de ellos, incluso guardó algunas de las balas que le lanzaron los soldados, para tenerlas de referencia al momento de cruzar y solicitar el asilo político.
“La Guardia Nacional (mexicana) nos sacó del río donde vivíamos. Nos dijeron que nos viniéramos para acá (un parque frente al bordo), pero acá es muy peligroso”, dijeron los migrantes hondureños, quienes buscaban un albergue donde vivir.
En entrevista dijeron estar cansados de los ataques de las autoridades de ambos países.
“Nos lanzan estas balas. Estamos sentados, no les hacemos nada, y las lanzan. Nos lanzan gases, es tóxico, hay niños y no les importa. Esas balas duelen cuando pegan, le han apuntado hasta a quienes no son migrantes”, añadieron los hondureños.
Aseguraron que seguirían luchando por cruzar.