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Bogotá, Col.- El regreso del antiguo capo Fabio Ochoa a Colombia tras su deportación de Estados Unidos, donde pasó más de 20 años en prisión por narcotráfico, ha reabierto viejas heridas entre las víctimas del cártel de Medellín, y algunos han expresado consternación por la decisión de las autoridades colombianas de dejar a Ochoa en libertad.
Algunas de las víctimas del cártel dijeron que esperan que el excapo al menos coopere con los esfuerzos en curso de grupos de derechos humanos para investigar uno de los períodos más violentos de la historia de Colombia y desean que lo interroguen fiscales colombianos.
A finales de la década de 1980 y principios de los 90, el cártel de Medellín mató a policías, políticos, jueces, periodistas y gente de a pie mientras libraba una guerra contra el Estado colombiano, el cual intensificó sus esfuerzos para interceptar envíos de drogas, arrestar a narcotraficantes y confiscar sus propiedades. Algunos historiadores en Colombia atribuyen 10.000 asesinatos al líder del cártel, Pablo Escobar.
Ochoa, de 67 años, era uno de los operadores clave del grupo criminal en ese momento y vivió varios años en Miami, donde fue responsable de un centro de distribución de cocaína del cártel. Ochoa niega estar involucrado en los asesinatos del cártel. Pero muchas víctimas y sus familiares son muy escépticos respecto a esa afirmación.
Ochoa fue deportado a Colombia después de cumplir 20 años en prisión en EU por una condena de tráfico de drogas.