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ISLAMABAD, Pakistán. — Cuando Abdul Ghani, un agricultor, se enteró de que devastadoras inundaciones habían azotado su aldea en el norte de Afganistán la semana pasada, se apresuró a regresar desde la provincia vecina de Kunduz donde estaba visitando a familiares. Al llegar a casa, descubrió que su esposa y tres hijos habían perecido en las aguas.

Dos de sus hijos sobrevivieron, pero otro, de 11 años, sigue desaparecido. “Ni siquiera pude encontrar el camino a mi aldea”, dijo, describiendo cómo tuvo que retroceder y tomar otro camino para llegar a su distrito de Nahrin en la provincia de Baghlan.
A lo largo de Baghlan, otros como Ghani y los sobrevivientes de la catástrofe aún buscan a sus familiares desaparecidos y el lunes enterraban a sus muertos.
“Carreteras, aldeas y tierras fueron arrasadas”, dijo Ghani. Su esposa, sus hijas de 7 y 9 años y un hijo de 4 años murieron.
“Mi vida se ha convertido en un desastre”, dijo por teléfono a The Associated Press.
La agencia de alimentos de la ONU estima que las lluvias estacionales inusualmente fuertes en Afganistán dejaron más de 300 personas muertas y miles de casas destruidas, la mayoría de ellas en Baghlan, que sufrió la peor parte de las inundaciones el viernes.
Los sobrevivientes se han quedado sin hogar, sin tierra y sin fuente de sustento, dijo el Programa Mundial de Alimentos (PMA). La mayor parte de Baghlan es “inaccesible por camiones”, afirmó el organismo de la ONU, añadiendo que está recurriendo a todas las alternativas que puede imaginar para llevar alimentos a los sobrevivientes.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha expresado sus condolencias a las víctimas, según un comunicado del domingo, añadiendo que el organismo mundial y las agencias de ayuda están trabajando con el gobierno talibán.