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Chilpancingo, Gro.- Custodiado por un puñado de policías, y bajo la sombra del miedo, se juramentó el jueves el nuevo alcalde de la capital del estado de Guerrero, tras el cruento asesinato de su predecesor, decapitado seis días después de asumir el cargo.
A escasos cuatro días del homicidio de Alejandro Arcos, su suplente, el médico y opositor Gustavo Alarcón Herrera asumió como nuevo alcalde de Chilpancingo, una ciudad de cerca de 300,000 habitantes, sumida en el miedo ante la sangrienta disputa territorial que mantienen dos grupos del crimen organizado, Los Ardillos y los Tlacos.
Entre aplausos, y seguido por un enjambre de fotógrafos y periodistas, Alarcón Herrera se posesionó como alcalde en el hemiciclo del Congreso de Guerrero. La juramentación del médico se demoró algunos días debido a la conmoción y temor que desató la muerte de Arcos, cuya cabeza fue localizada el domingo en el techo de un vehículo abandonado en una calle de Chilpancingo.
En declaraciones a la prensa, el nuevo alcalde informó que ya contaba con seguridad federal, estatal y municipal y ofreció “trabajar en beneficio de todos” para hacer frente a la violencia en Chilpancingo. Poco después se retiró del Congreso estatal custodiado por una patrulla en la que iban tres policías armados y una camioneta, en la viajaban cuatro guardaespaldas vestidos de civil.
El asesinato del alcalde opositor de 43 años ocurrió tres días después de que el secretario del ayuntamiento de la ciudad fuera abatido, y nueve días después del homicidio de un capitán el ejército que se perfilaba como secretario de Seguridad Pública de la alcaldía.
El caso generó gran polémica y puso una vez más en tela de juicio las políticas de seguridad de las autoridades mexicanas.
Demandan justicia
Todo lo que sucedió en Chilpancingo fue inédito. Los pobladores nunca antes habían salido a las calles a marchar para exigir justicia por un alcalde asesinado. Es más, nunca habían matado a un alcalde.
La marcha salió del parque Margarita Maza de Juárez, al norte de la ciudad. Eran casi las 4:30 de la tarde. Unas 600 personas comenzaron el recorrido. Todas vestidas de blanco, con globos del mismo color y cartulinas con muchos mensajes. Sobre todo para exigir justicia.
Los gritos y las consignas no paraban, hubo casi para todos. Para Alejandro repitieron y repitieron la exigencia de justicia y el grito de “¡Pre-si-den-te!”, “¡pre-si-den-te!”.