Martín Rodríguez
[San Luis Hoy]
Se va desgranando la mazorca del Poder Judicial del Estado. Mariachis que tocaron desde “A mi manera” hasta “Las Golondrinas”, marcaron el fin de la carrera judicial del abogado Abel Rodríguez Ramírez, funcionario jurisdiccional de trayectoria muy conocida.
Con 32 años de experiencia, se convirtió en el primer juzgador en pedir su jubilación, de la última generación de magistrados que fueron electos bajo el esquema de oposición y criterio de competencias.
La vacante será cubierta hasta que concluya el proceso de elección popular de jueces
y magistrados.
Las trompetas de los mariachis resonaron por las oficinas de todas las salas de diferentes materias judiciales, como un recuerdo de su paso por la Ciudad Judicial. El nudo en la garganta se apoderó de él, cuando escuchó “Las Golondrinas” mientras convivía con sus pares.
Desde la avenida Coronel Romero brillaban los botones de los mariachis, mientras bailaba el “El mariachi loco”, al tiempo que las manos ya arrugadas del magistrado correspondían a los abrazos de despedida de sus compañeros, mientras se quitaba algunas lágrimas producto de
la nostalgia.
No era un nudo en la garganta cualquiera; no era la nostalgia de quienes pierden la libertad por cometer actos contra la ley, sino la de un abogado que alcanzó la máxima responsabilidad jurídica de su estado, y una sensación de que de pronto había que dejar esa historia para reconstruir su vida personal.
Atrás habían quedado aquellos casos resueltos, como el que le hizo famoso al procesar a un grupo de detenidos por lo que se considera actos irregulares que giraron alrededor del caso del Centro de Producción y Comercialización Agroindustrial de Santa Rita (el invernadero de Rioverde), por denuncia presentada durante el gobierno de Marcelo de los Santos en contra de exfuncionarios y empresarios españoles y mexicanos.
De aquel caso en el Juzgado Octavo que incluso consignó un arrebato de enojo del entonces procurador general de Justicia Guillermo Salazar Trejo, cuando entraba en el debate con un detenido de origen español, sólo quedan los recuerdos.
Para sus compañeros, su carrera judicial de 32 años fue al mismo tiempo satisfactoria, y ejemplo de las nuevas generaciones, aún con las propuestas innovadoras en todo el sistema judicial.
La jubilación del abogado, lo deja en la antesala de terminar con todas sus actividades jurídicas, tanto en el sector público, como en la vida profesional. Su historia no se ha acabado. Falta aquello que pueda aportar a quienes le pidan consejo.