
Ana Paula Vázquez y Citlally Montaño
[San Luis Hoy]

El periodismo no se detiene, y tampoco lo hacen las mujeres que lo ejercen mientras maternan. En San Luis Potosí, María Ruiz, periodista, activista y artista plástica, ha vivido los desafíos de conjugar dos mundos que pocas veces son pensados juntos: la redacción y la crianza, el rigor de la noticia y la ternura de ser madre.
EL SISTEMA QUE NO CONTEMPLA A LAS MADRES PERIODISTAS
María se convirtió en madre hace casi tres años. Durante el embarazo, continuó trabajando en la calle, cubriendo eventos, buscando declaraciones, entregando notas. Recuerda con especial angustia una cobertura en el séptimo mes de gestación: el nombramiento de un nuevo arzobispo. Ese día, en medio de una jornada extenuante, su cuerpo le dio una señal que ignoró por miedo a parecer poco profesional.
“El ejercicio del periodismo, pues que te exige tiempo, compromiso, seriedad y a veces se contraponen con la familia. Ha sido un poco complicado, lamentablemente aquí en México y yo creo que en todos los medios y para todas las mujeres que se dedican a esta profesión el ser madre y periodista es un poco complicado porque los medios de comunicación te absorben”, compartió.
MATERNAR EN LA TRINCHERA
Leo, su hijo, nació de forma prematura. Pasó sus primeros días en la unidad de cuidados intensivos. María regresó sola a casa, con el cuerpo adolorido y la mente fracturada por la preocupación. Fue ahí cuando los efectos de la exigencia constante se hicieron más evidentes: se le diagnosticó una enfermedad renal crónica, para la cual comenzó un tratamiento con quimioterapia.
Aun así, no dejó de trabajar. Y aunque su medio mostró apertura, no fue suficiente para detener la lógica autoexigente que ella misma había interiorizado. “Ya estaba muy mal físicamente, pero seguía saliendo a cubrir. Me desmayé un día en un evento del Ayuntamiento. Fue cuando dije: ‘Ya no puedo más’”.
La red de apoyo no vino desde las instituciones o empresa, sino de sus compañeras reporteras. Ellas la cubrían los días que tenía tratamiento. Le pasaban entrevistas, fotografías, los audios de las coberturas. Entre mujeres, tejieron un respaldo silencioso que permitió que ella siguiera cumpliendo sin exponerse aún más.
“Estoy muy agradecida con todas mis amigas, ellas me ayudaban, me sostuvieron. En este contexto, yo tuve suerte y fui privilegiada porque conté con unas amigas que fueron empáticas conmigo. Pero como yo, hay decenas de mujeres periodistas que son madres y que no tienen en dónde desahogar esa carga de trabajo y responsabilidades”, expuso.
MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA
El camino de María ha estado marcado por sacrificios, pero también por resistencia. Hoy sigue ejerciendo, y lo hace con una visión más clara sobre lo que debe cambiar en el mundo del periodismo: “No puede seguir siendo un espacio tan hostil para quienes maternan. Necesitamos redacciones que entiendan, que escuchen, que acompañen”.
Su trabajo parte de una perspectiva de género, feminista en la forma de difundir y acompañar a sus fuentes. La referencia entre mujeres también ha sido fundamental. Desde hace seis años, María documenta casos de desapariciones, siguiendo el camino de su compañera Marcela del Muro. “Yo la leía y decía: ‘Es que yo quiero escribir así, escuchar a la gente que atraviesa esos problemas’. Con el tiempo fui comprendiendo que una debe cubrir esos temas con empatía, con sensibilidad”.
Al reflexionar sobre la experiencia de otras mujeres, especialmente aquellas que son madres periodistas, considera importante recordarles que rendirse por un momento y tomarse su tiempo también es válido.
Para María, hay una idea que permanece constante en su pensamiento: nada está por encima de su hijo. Así lo expresó durante la celebración del Día de las Madres, en un ejercicio de reflexión sobre lo que representa ser madre y lo que significa para su hijo. En ese momento, una idea que la define resonó con fuerza: “Soy una madre que siempre está presente y disponible para él, y así siempre ha sido. Nada por encima de mi hijo. Nada por encima de mí”.