Ana Paula Vázquez
[San Luis Hoy]
Entre 2021 y 2024, al menos 28 personas cuidadoras murieron en San Luis Potosí mientras sostenían, sin apoyo del estado, la responsabilidad de cuidar a una persona vulnerable.
El registro, documentado por el Colectivo Cuidadoras Potosinas, también da cuenta de 52 intentos de suicidio y tres intentos de homicidio-suicidio, una estadística que revela el colapso físico y mental que provoca el cuidado ejercido en condiciones de abandono institucional.
Las muertes no ocurrieron de forma aislada. De acuerdo con Mariana Hernández Noriega, representante del colectivo, el cuidado prolongado, la pérdida del empleo, el deterioro de la salud y la ausencia de redes de apoyo empujan a muchas personas cuidadoras a escenarios límite, donde su propia vida queda en segundo plano frente a la de quien depende de ellas.
El colectivo está integrado actualmente por 820 mujeres y 25 hombres cuidadores, aunque Hernández Noriega aclaró que el problema rebasa a la organización. Señaló que el reconocimiento de los cuidados debe asumirse como política pública, aplicable a cualquier persona que radique en el estado y pueda acreditar la responsabilidad directa sobre la vida de una persona en condición de vulnerabilidad, forme o no parte del colectivo.
La violencia institucional es otro de los factores que agravan esta situación.
Hernández Noriega señaló que los espacios donde más se vulneran los derechos de las personas cuidadoras son hospitales y juzgados. En hospitales, explicó, muchas cuidadoras pasan meses acompañando internamientos, permaneciendo más tiempo en esos espacios que en sus propios hogares, sin facilidades ni trato digno. En juzgados, enfrentan procesos largos por pensiones alimenticias, violencia vicaria y despidos injustificados derivados de su rol de cuidado.
-Ante este panorama, el colectivo insiste en la credencialización oficial de las personas cuidadoras, un mecanismo que permitiría identificarlas ante instituciones de salud y justicia, agilizar trámites y facilitar la atención en situaciones de emergencia, una propuesta ya presentada ante instancias estatales.
La entrevista también expuso la experiencia de los hombres cuidadores, quienes enfrentan discriminación adicional debido a la normalización de que el cuidado es una tarea femenina. Un integrante del colectivo relató que esta percepción retrasa trámites y los mantiene en la invisibilidad, pese a que su carga de cuidado es la misma.
Los casos más extremos reflejan el punto de quiebre del sistema. Hernández Noriega detalló que, además de los intentos de suicidio registrados, algunas madres, en situaciones de desesperación absoluta, intentaron asesinar a sus hijos para después quitarse la vida, ante la falta de recursos, el desempleo, la enfermedad y el deterioro de su salud mental. Ninguno de estos hechos se consumó y las personas involucradas reciben atención psicológica y canalización institucional.
