“POR una universidad abierta al cambio, contra una sociedad cerrada”…
EL anterior era el lema del Consejo Estudiantil (CE) formado en el año de 1973 por el entonces presidente de la Federación Universitaria Potosina (FUP), José Luis Sandoval, estudiante de la Facultad de Economía, abiertamente de izquierda y que aglutinó los liderazgos estudiantiles de la UASLP que pugnaban por la democratización de la universidad, empezando con el Consejo Directivo Universitario, la reforma al vetusto Estatuto Orgánico, la redistribución y transparencia del presupuesto universitario, entre otras peticiones. Este movimiento, que obtuvo un fuerte apoyo popular cimbró las estructuras de la UASLP, a tal grado que la cúpula de conservadores decidió expulsar a José Luis Sandoval…

LA de 1973, fue una de las cuatro crisis que han sacudido a Nuestra Máxima Casa de Estudios en las últimas ocho décadas. Otra, sin duda fue la del año 1958, cuando muere en plenas funciones de rector, Manuel Nava Martínez, el verdadero impulsor y generador del navismo, el cual su hermano Salvador continuó y capitalizó políticamente. En esos aciagos tiempos, cuando imperaba la “ley del ierro”: “encierro, destierro o entierro” impuesta por el “señor de horca y cuchillo” Gonzalo N. Santos. El fallecimiento inesperado de Manuel Nava a mitad de su periodo dejó a la universidad indefensa ante los embates del gobierno para hacerse del control de la institución, que se había convertido en un foco de lucha contra el cacicazgo de N. Santos…
OTRA severa crisis fue también la de 1986, en la rectoría de José de Jesús Rodríguez Martínez, donde la violencia de los grupos estudiantiles heredados desde la rectoría de Delgado Robles, hizo crisis en mayo de aquel año con la muerte a balazos de Jorge Mena en una reyerta en la Prepa Uno. La UASLP se paralizó, el rector renunció en septiembre y llegó a suplirlo Alfonso “el chamuco” Lastras Ramírez, quien batalló todavía unos años, hasta 1991, cuando en un acto audaz, cerró las preparatorias, generadoras de la violencia en la UASLP y a partir de ahí comenzó la pacificación de la institución….
LA cuarta y última crisis de la UASLP, es la que por desgracia, actualmente atraviesa la institución gracias a la ineptitud de Alejandro Zermeño Guerra. Por donde lo quiera ver Usted querido lector, nuestra otrora prestigiada y honorable Máxima Casa de Estudios, se encuentra en uno de sus peores momentos, opacidad absoluta, corrupción galopante, simulación, mediocridad, debacle académico, el deporte y la cultura nada más no existen, una curricula obsoleta, nido de burócratas Godínez perezosos, nepotismo, amiguismo, donde el acoso y abuso sexual a las jóvenes universitarias no sólo no se ha abatido o al menos frenado como lo prometió el gris Zermeño, sino que su administración ha sido omisos, solapados y encubridor de los depredadores sexuales…
EL colmo es blindar las ventanas y puertas del centenario Edificio Central, por la marcha por la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres a celebrarse este próximo sábado 8 de marzo. Zermeño se contradice a sí mismo, que durante años juró que nunca blindaría edificio universitario alguno, en marzo de 2023 el rector dijo textual: Aquí hay una gran libertad de expresión y no hay reprimendas ni represalias; nosotros no vamos a cambiar nuestra postura ni vamos a cerrar el edificio o a poner vallas, ni nada por el estilo. Somos respetuosos de las opiniones y las manifestaciones que se tengan”…
AHORA también, el gris Zermeño, por medio del no menos inepto Federico “el pirruris” Garza Herrera, tuerce el estatuto una vez más, al negarles la oportunidad a los consejeros alumnos de reelegirse, alegando un “punto de acuerdo” de la secretaría general, cuando el Estatuto no prohíbe la reelección, incluso, paradójicamente, el actual rector, la mayoría de los directores y de los consejeros maestros son o serán reelectos, ¿entonces por qué no darle esa oportunidad a los estudiantes si cumplen con todos los requisitos?….
NADA ha cambiado en la UASLP en décadas, continúa secuestrada por los conservadores que la han convertido en su bastión, en su caja chica, en su agencia de empleos. Si Rafael Nieto, el gobernador que en 1923 otorgó la autonomía a la universidad, viviera, de pena se muriera al ver a Zermeño. El siguiente es un extracto de un discurso ante estudiantes en esa época: “Los enemigos del Instituto arguyen que ese establecimiento educativo es una incubadora de reaccionarios; que el propio elemento estudiantil –que en todas las épocas y en todos los países ha simbolizado anhelos de reforma e ímpetus de transformación social–, en San Luis se haya adherido a los moldes del pasado, vive aún dentro de la ética social de hace medio siglo, y se siente extraño a las convulsiones de la época presente, que no son sino el presagio de un mundo nuevo, que habrá de resurgir tras el derrumbamiento de organización social contemporánea. […] Las cuestiones educacionales y culturales deben estar siempre más allá de las mezquindades políticas” en fin…Armando Acosta