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La paradoja de la fuerza imparable contra el objeto inamovible dará un giro de 180 grados en la semana cuatro, cuando la inerte ofensiva de los Chiefs se enfrente a la dócil defensiva de Baltimore. Y no podría haber más en juego.
Patrick Mahomes y una ofensiva que condujo a Kansas City (1-2) a siete finales consecutivas de la Conferencia Americana, ahora navegan en el mar de la mediocridad con 20 puntos por encuentro y apenas 50% de efectividad en zona roja. Para su fortuna, el domingo se miden a un equipo con sus propios problemas, esta vez del otro lado del balón.
Lo que solía ser una orgullosa defensiva, el estándar de oro de una franquicia como Baltimore (1-2), ahora es la segunda peor de toda la NFL al admitir 33 puntos por encuentro. Es la penúltima contra el pase y la octava peor en tercer down.
No es de sorprender, entonces que el perdedor del duelo en Kansas City reciba el beso de la muerte de un inicio con foja de 1-3. Desde la temporada de 1990, 235 equipos han empezado la temporada con registro de 1-3 y únicamente 34 de ellos, el 14%, han alcanzado la postemporada. Si esta no es una situación para apretar el botón de pánico, ninguna lo es.
Para su fortuna, tanto los Chiefs como los Ravens tienen una base sólida sobre la cual construir un camino al éxito. La defensiva de Kansas City es la octava mejor contra el pase, ha ido permitiendo menos puntos con cada semana que pasa, y la experiencia que le brinda el entrenador Andy Reid es invaluable.
Los Ravens, por su lado, presumen al ataque más productivo de la NFL con 37 puntos por partido, tienen dos actuaciones de 40 unidades y a un quarterback estelar, Lamar Jackson, que tiene dos trofeos de Jugador Más Valioso, incluso si no se ha visto como tal en cinco inicios contra los Chiefs, con marca de 1-4.