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¿CÓMO pudo pasar por tantos ojos la creación y operación de un cuerpo de vigilantes privados que ni siquiera fue sometido a las evaluaciones de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, que opera con elementos que no tienen ninguna formación policial, y que se acompaña de representaciones vecinales que tampoco fueron registradas en la alcaldía de la capital?…
EL grave problema de Puerta de Piedra salpica a las autoridades de ambos niveles de gobierno, es decir a la alcaldía de la capital y a Gobierno del Estado, porque en ambos hay negligencia u omisión en la operación de una compañía para un fraccionamiento tan grande…
EN la década de 1990, abrir una corporación de seguridad era toda una tarea de certificación administrativa y operativa, donde la rectoría todavía ahora se encuentra en la dependencia pública estatal de seguridad, en el entendido de que no debe operar una empresa de seguridad si no está debidamente registrada…
HASTA los corporativos más grandes quedan sujetos a inspecciones y revisiones del gobierno, con el fin de conservar su vigencia…
ERA tal el nivel de confianza, que las corporaciones policiales tenían diferentes clases de contratos, por ejemplo para vigilar en las empresas, o hasta por medio de contratos de lo que se denominaba la “policía de barrio”, una idea que fue recuperada por Horacio Sánchez Unzueta como gobernador…
AHORA, ponerse a “vigilar” es cosa sencilla; basta con juntar algunas personas que quieran pararse frente a una caseta, fingir que tienen reglas de trabajo, hacer como que vigilan y cobrar lo que sea, sin que alguna autoridad fiscal los regule…
PARA muestra, el grupo de vigilancia en el fraccionamiento Puerta de Piedra, donde es cierto que se han registrado robos en algunos comercios, pero también que la cantidad que se les cobra es exagerada, para mil colonos que no reciben otro beneficio, más que algunos hombres que suben y bajan una pluma de acceso y que apuntan entradas y salidas…
UN juicio ganado por un particular en contra de la autoridad municipal porque no actuó en consecuencia, es una seña inequívoca de que las autoridades reaccionaron con lentitud, o por ejemplo que los cuerpos de seguridad oficial ni siquiera tienen en el radar la operación de particulares sin permiso alguno. Llama la atención que ni siquiera movieron un dedo.
POSDATA: El robo de datos personales por parte de un trabajador de la Secretaría del Bienestar pone los pelos de punta, porque cualquiera puede ser víctima de un fraude con los programas sociales, como ocurrió con los denunciantes de este miércoles denunciaron ser víctimas de probables extorsionadores.
REMATE: Tan malo el Pinto como el colorado. Resulta que algunos simpatizantes verdes sacaron palos y uñas para agredir a los trabajadores de la secretaría del bienestar que solo hacían su tarea de distribuir los recursos federales entre personas elegidas por ciudadanos. Eso de reventar procedimientos e introducirse en las cosas organizativas a través de métodos gorilescos, no es nuevo.
EPÍLOGO.- Ahora resulta que los “curuleros” se contagiaron del mantra de “la herencia maldita” para culpar a otros de sus errores. Flojos e incompetentes abundan, y eso nada tiene que ver con la herencia de otros. Lo menos que deben hacer es responsabilizarse de sus malas calificaciones y actuar en consecuencia. Que no sean burros.
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