En la Huasteca potosina la fiesta se vive en grande
Naomi Alfaro
[San Luis Hoy]
En la Huasteca potosina, el Xantolo transforma el duelo en fiesta: los muertos regresan para compartir con los vivos.
En la Huasteca, la muerte no se llora, se canta. Lejos de temerle, los mexicanos han aprendido a mirar a la muerte como una compañera, como un paso más de la existencia. Por eso, cada año, en la Huasteca potosina, la muerte se celebra con flores, música y danzas en el Xantolo, una festividad que fusiona las tradiciones indígenas prehispánicas y católicas.
El nombre proviene del latín Sanctorum, es decir, de la festividad de Todos los Santos, pero en la Huasteca cobró vida propia: se transformó en una fiesta donde los fieles difuntos regresan para reencontrarse con sus familias.
Durante unos días al año, los difuntos pueden burlar la frontera entre los mundos y volver a casa. Pero no lo hacen solos, requieren de la ayuda de su familia que se encuentra en el plano terrenal al ponerles un altar: son guiados por el aroma del copal, la luz de las velas y el color intenso del cempasúchil que marca el camino de regreso. En los altares, los espera su comida favorita y la música que tanto amaban.
Las familias se reúnen en el panteón, que se llena de color con papel picado, flores de cempasúchil y el eco de la música huapanguera. En comunidades como Chalco, en Axtla de Terrazas, las tumbas se iluminan por la noche, cuando los habitantes esperan a sus difuntos para compartir la cena y convivir entre velas y recuerdos. Nunca faltan los altares y las comparsas.
Las comparsas son grupos de danzantes y músicos que recorren las calles y los panteones. Con máscaras talladas a mano, los participantes se transforman en viejos, diablos, comanches o almas. En sus bailes, los vivos y los muertos se confunden, y por un momento, el límite entre ambos mundos desaparece.
Diego Yahel Vázquez Quezada, quien interpreta a la Comancha en la comparsa de San Martín Chalchicuautla, lo explica así:
“Existen 9 personajes principales en la comparsa de San Martín: el cole viejo, la mamanina, el viejo, la vieja, el cominito, el diablo, el comanche, la comancha -que es el personaje que yo represento- y la muerte”.
“El cole viejo suele ser el líder de la comparsa, es el más carismático y guía a los demás. La mamanina es la madre de todos, esposa del cole, símbolo de las ancianas que ya no están con nosotros. El viejo representa el sustento, mientras que la vieja encarna la coquetería. El cominito, hijo del viejo y la vieja, es la inocencia, casi siempre personificado por un niño. El diablo, no solo representa la maldad: su vestimenta también recuerda a los antiguos ganaderos de la región. El comanche y la comancha son personajes únicos de San Martín Chalchicuautla. El comanche representa la fuerza y el poder; su papel es mantener separada a la muerte de la maldad, por eso bailan entre el diablo y la muerte. La comancha, en cambio, representa la espiritualidad y la hermandad”.
Marco Saldaña Huerta, quien interpreta a la Muerte desde hace más de dos décadas, comparte con una sonrisa: “Ya tengo 25 años siendo la Muerte. Soy una persona de la tercera edad y aún salgo a bailar, aunque ya no aguante como antes… Siempre fui la Muerte. Me siento orgulloso porque es una tradición de aquí, de San Martín.”
Así, entre el olor del copal, el sonido del violín y la risa compartida, el Xantolo se convierte en lo que siempre ha sido: una fiesta entre los vivos y los muertos, donde la memoria se baila, se canta y se honra.
