En las últimas décadas ha evolucionado la manera en la que la sociedad aprende y adquiere conocimientos. Lo que antes se reducía al colegio, acudir a una academia o consultar un periódico en papel ahora tiene lugar en internet. Es gracias a estos avances digitales que podemos entender cómo se forman ahora los diferentes usuarios vía online, sin acudir a un sitio físico, para ampliar conocimientos y resolver las dudas que les puedan ir apareciendo
Actividades digitales que uno puede aprender hay de varios tipos. Podemos destacar las propias del campo estudiantil como centros de formación que ofrecen cursos online, con temáticas variadas que van desde la gestión de redes sociales hasta el aprendizaje de idiomas; o aquellos que requieren un nivel más alto de compromiso como las licenciaturas o másteres que se cursan en universidades que están presentes en el campo virtual.
Saliendo del campo más propio de la formación, los usuarios también pueden ampliar conocimientos de otras actividades diferentes y no tan relacionadas con los estudios. Ejemplo de ello es la posibilidad de aprender a jugar póker vía online que permiten algunas de las plataformas especializadas, o las diferentes lecciones y desafíos intelectuales que presentan portales web con juegos tradicionales como el ajedrez. Otra manera diferente y original de formarse y mantener la mente activa.
Las claves del éxito
La formación a distancia, sea del ámbito y de la tipología que sea, se sustenta gracias a una serie de características que son muy bien valoradas por parte de los usuarios. Una de las principales es la flexibilidad. El hecho de poder estudiar desde cualquier lugar, ya sea el hogar u otro espacio en el que se tenga conexión a internet, dota de total libertad al usuario. Por si fuera poco, la gran mayoría tampoco está encorsetada en unos horarios, ofreciendo la oportunidad de que sea cada uno el dueño de su tiempo y responsable de las posibles tareas que pueda haber.
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Todo esto supone un ahorro de tiempo que es de valorar. Ya no hay un desplazamiento físico hacia un lugar en cuestión, y solo se requiere de una conexión a internet y de un dispositivo para llevar a cabo la formación. Este ahorro también es económico en la mayoría de los casos. Más allá de lo que no se gasta en desplazamientos, estos cursos se ofrecen en muchas ocasiones de manera gratuita o a precios mucho más competitivos de lo que estamos acostumbrados en locales físicos.
No podemos obviar el amplio abanico de posibilidades que se abre ante los diferentes usuarios. Como hemos comentado anteriormente, encontramos formación online que va desde el nivel más alto de estudios universitarios hasta cursos gratuitos de labores menos exigentes. La oferta cada vez es más amplia, y el hecho de hacerlo de manera virtual permite inscribirse o consultar portales que se encuentran en todo el mundo y no solamente en el país o la región correspondiente.
El usuario, en el centro del proceso
Solo aquellos que han participado de manera activa en este proceso formativo pueden confirmar que el protagonismo que se le da al estudiante es superior al de otras formas de enseñanza. Los ritmos e incluso, en algunas ocasiones, los contenidos son adaptados a la exigencia y necesidades de los usuarios. Esto se debe también a que la comunicación es bidireccional, no es el internauta el que recibe toda la información sin poder dar respuesta a esos inputs.
Relacionado con lo comentado, se ofrece la posibilidad de interactuar con el profesor o la plataforma en cuestión en la que se consulta la información, además de poder poner en práctica los conocimientos adquiridos. Todo esto dota de una pincelada de originalidad e innovación a este tipo de formación online, constantemente cambiando y adaptándose a las nuevas tendencias de consumo de la población. El aprendizaje y los conocimientos son multidisciplinares y usan los diferentes avances tecnológicos para poder transmitir de la mejor manera posible los conceptos necesarios.