“Estoy viviendo mi sueño”

En el marco del Día Internacional de la Mujer, Adabel Meza Benítez comparte su día a día como operadora de camión revolvedor de CEMEX y los retos que enfrenta cada jornada laboral.

Su tenacidad es tan fuerte como el material que transporta cada jornada por las calles de la ciudad de Monterrey, una mezcla de sueños e ilusiones que la motivan, desde hace 10 meses, a seguir adelante en sus metas y objetivos personales.

Jarocha de nacimiento, pero regiomontana por adopción, Adabel Meza Benítez ha encontrado en “El Intocable” más que una herramienta de trabajo, sino a un “fiel escudero” proporcionado por la empresa CEMEX para abastecer el concreto a las diversas obras que se construyen en la metrópoli nuevoleonesa.

“Mi camión revolvedor y yo somos un mismo equipo”, confiesa la operadora de 34 años, quien junto con otras dos mujeres conforman la plantilla femenil de operadoras que maniobran las pesadas unidades y trasladan el componente esencial de las edificaciones.

Avecindada desde hace más de tres años en el municipio metropolitano de Guadalupe, Ada (como le llaman cariñosamente) comienza la jornada laboral desde las 06:30 horas en la planta ubicada sobre la avenida Ignacio Morones Prieto, en la colonia Buenos Aires de la capital regia, sobre las márgenes del Río Santa Catarina, famoso cauce de la ciudad.

Le toma sólo 15 minutos llegar desde su domicilio hacia la concretera, lugar en el que carga su camión revolvedor entre 07:00 y 07:30 horas para, posteriormente, repartir el material a las obras destino.

“Me levanto y me arreglo muy positiva porque pongo música; trato de vivir mi vida como viene, lo disfruto. Todos los días son una nueva historia en el camión, no sabes cómo te van a tratar, a dónde vas a ir; todos los días son una aventura y trato de tomarlo de una manera que sea positiva”, aseguró la feliz conductora.

A veces cerca y en otras lejos de la planta. Hacia las localidades de San Pedro o hasta Santiago, los itinerarios de Ada, a bordo de “El Intocable”, suelen ser variados y aunque a veces cansados por la rutina que representa un día de trabajo, ella los realiza con el mismo esmero y entusiasmo como los visualizaba en su natal Veracruz.

Y es que, cuando era niña, soñaba con manejar un tráiler o un coche de similares dimensiones y esos anhelos “todoterreno” cobraron mayor fuerza después de enseñarse a conducir el rabón, vehículo de carga que se utilizaba en la granja de su abuelo.

“No sé qué pasaba por mi cabeza, pero me encanta la velocidad, los motores; no me iba a morir con las ganas de manejar un camión enorme. Yo quería sentirlo y ahora lo estoy viviendo, fui insistente hasta que lo logré”.

Hasta hace poco menos de un año, Ada se desempeñaba como asistente administrativo, pero decidió darle un giro de 180 grados a su vida profesional y solicitó empleo como conductora de camiones revolvedores en CEMEX.

“Me dicen que sólo había vacantes para operadores de camión revolvedor, entonces pregunté: ‘¿Solamente hombres? ¿Mujeres no?’ Y ahí me dicen: ‘Sí, ¿por qué no?”, recordó la conductora, demostrando además ser también una “todoterreno” en el panorama laboral.

Sin pensarlo, Ada se convirtió en una sensación entre sus compañeros y aquellos encargados de las obras a los que abastece concreto, pues hasta ese momento no había mujeres en la Planta Concretos Morones Prieto que manejaran los famosos “trompo” revolvedores, uniéndose al poco tiempo dos compañeras más: Érika Ruiz e Irene Mier.

 

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